Fotos del muy venerable Lama Kyabje Kalu Rimpoché en su anterior encarnación, tal como le conocí:
Tras algunas vicisitudes y mucho preguntar, llegamos por fin al Chateau de Plaige o Kagyu Ling.
Es un lugar precioso, diría yo, privilegiado: un castillo de cuento de hadas en medio de prados verdes, bosques muy densos con árboles gigantescos, lugares sagrados de los antiguos Galos, donde todavía suenan ecos de ritos ancestrales y los antiguos dioses descansan a la espera del regreso del arquetípico mago Merlín, y los druidas que los instalen de nuevo en sus ecológicos pedestales. Bosques de robles sagrados donde los druidas recogían el preciado muérdago con sus hoces de oro, y los espíritus de la naturaleza se relacionaban abiertamente con los humanos. Hoy en día todavía, si uno es un poco sensible, se puede sentir la tremenda energía que emana de la tierra y de los árboles.
El castillo constaba de un edificio principal, dependencias anexas como taller, caballerizas, leñera, etc. Una casa en la entrada de la finca como residencia de los guardas y otra al lado del castillo como residencia de los criados y campesinos que cuidaban del huerto, los campos y los animales.
El castillo fue construido en el año mil novecientos por una familia noble muy adinerada.
Al principio de la segunda guerra mundial, fue ocupado por las tropas alemanas, manteniendo allí un centro de mando y un destacamento militar. Mas tarde, cuando las fuerzas extranjeras expulsaron a los alemanes, el castillo fue utilizado por un grupo de judíos sionistas como campo de entrenamiento, hasta que quedó abandonado, ocupándolo mas tarde un grupo de hippys, quienes lo compraron e hicieron donación de el al Muy Venerable Lama Kalu Rimpoché, poniendo al frente de su gestión a los Venerables Lamas Sherab Dorje, Orgyen Wandú y Tenpa Gyamtso.
He añadido éste relato porque os puede hacer reflexionar sobre el Karma y la impermanencia.
Los Lamas nos enseñan, y a poco que nos fijemos lo podemos constatar, que en los reinos del samsara, todo es impermanente, o como decimos por aquí, "no hay mal que cien años dure, ni tampoco bien".
- Volvamos al relato principal. Por los alrededores no se veía a nadie. Se notaba una sensación de calma, aún mas, había una atmósfera que daba mucha paz interior, una atmósfera muy agradable y acogedora.
Nos acercamos a la puerta casi de puntillas, con una actitud de respeto reverencial. Abrimos la puerta, entramos y en ese momento, desde el fondo de un largo corredor, apareció un monje francés, quien muy amablemente nos dio la bienvenida, nos ofreció un te, charló un rato con nosotros y nos invitó a seguirle para ir a ver al Lama director de la comunidad. En aquel momento, no se si llevaba yo a mis piernas o ellas me llevaban a mi. ¡Por fin iba a conocer personalmente a un Lama de verdad!, el sueño de años atras estaba a punto de cumplirse.
El monje llamó a la puerta de la habitación del Lama, dijo algunas palabras en voz baja y nos hizo entrar. Ante nosotros, sentado en una especie de cama, se hallaba el Venerable Lama Sherab Dorje. Me quedé de piedra, no sabía ni que hacer ni que decir, en ese instante no supe reaccionar. El, muy amablemente, nos hizo sentar y nos ofreció te. Mientras, nos preguntó de donde veníamos y el motivo de nuestra visita. Como el Lama no sabía mucho francés y nosotros tampoco, mandó llamar a una monja que hablaba español, pues era medio francesa, medio española y había vivido gran parte de su vida en Bolivia. Su nombre laico es Monique Somoza, aunque todo el mundo la conocía por su nombre de monja: Ani Rinchen, mi querida y añorada Ani Rinchen ¡Hace tantos años que no se nada de ella!.
Ella fue nuestro guía en todo momento. El Venerable Lama Sherab nos autorizó a hacer fotos y entrevistar a todo el mundo, y realmente nos salió un reportaje excelente, pero yo no estaba allí sólo para hacer reportajes.
Siguiendo en todo momento las enseñanzas, instrucciones y consejos del Lama y de Ani Rinchen, tomé refugio, (o sea, me híce budista), y junto con un grupo de residentes, recibí la iniciación de Chenrezi (el bodisatva de la compasión infinita), impartida por el Venerable Lama Tenpa, a la sazón, maestro de los retiros de tres años, tres meses y tres días.
No era demasiado consciente de lo que me estaba sucediendo o de donde me estaba metiendo, pero me daba igual, aquello es lo que quería, y lo que siempre había andado buscando, deseaba formar parte de todo aquello, quería ser budista y lo demás ya lo iría aprendiendo. Todo me fascinaba, todo me ilusionaba, estaba viviendo un cuento de hadas, estaba entrando en un mundo maravilloso y en todo momento, mi guía, o sea, mi corazón iba respaldando mis pasos.
Aunque sólo estuvimos dos días, me ocurrieron tantas cosas, me asaltaron tantas emociones, hubo tal terremoto en mi interior, obtuve tantas experiencias, que me pareció como si hubiera transcurrido un año entero.
Allí, ademas de los Lamas, conocí a un monje franco-español llamado Tashi Euser, quien también me ayudó mucho a comprender todo aquello.
Salí de allí maravillado, con la idea y el deseo de poder tener algo así en España, para todos los buscadores como yo, para que el Budismo fuera mas accesible a los españoles. En la época que fui por primera vez a Kagyu Ling, viajar a Francia resultaba muy caro y estaba demasiado lejos.
En la próxima entrega, regresamos a España, y empiezo a hacer planes para divulgar todo lo vivido.
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